Se trata de ponerse al servicio y dejarse guiar por algo más grande que acepta todo como es, sin juicio y sin exclusiones.

Es muy importante estar centrados y dejarse llevar por lo que pide la energía, ya sea un movimiento lento y pausado, una emoción vívida sin desbordarse o una mirada hacia una dirección concreta, sin quedarnos nada como propio, simplemente guiados como canales de sanación al servicio de la persona para quien se desarrolla la constelación. De esta forma permitimos que salgan las cosas necesarias para ser vistas e incluidas dentro de la terapia. El universo nos lo va a compensar a través del equilibrio entre el dar y el recibir, además del enorme agradecimiento del sistema familiar de la persona constelada por permitir aparecer esa fuerza inmensa de sanación.

Al finalizar, es muy importante darle un espacio a la constelación en tu corazón, para que aquello que tiene que ver con tu historia sea asimilado en tu espíritu.

El constelador es el catalizador de la energía de sanación, mientras que los representantes son los canalizadores de la energía de sanación